Para muchos, entender o creer en Dios es algo parecido a lo siguiente, escrito hace casi tres mil anos por el rey Solomon en el libro de Eclesiastés. Solo que el trataba de entender la vida.
Eclesiastés 1: 2-11 (Nueva Versión Internacional)
Lo más absurdo de lo absurdo,
—dice el Maestro—,
lo más absurdo de lo absurdo,
¡todo es un absurdo!
¿Qué provecho saca el hombre
de tanto afanarse en esta vida?
Generación va, generación viene,
mas la tierra siempre es la misma.
Sale el sol, se pone el sol,
y afanoso vuelve a su punto de origen
para de allí volver a salir.
Dirigiéndose al sur,
o girando hacia el norte,
sin cesar va girando el viento
para de nuevo volver a girar.
Todos los ríos van a dar al mar,
pero el mar jamás se sacia.
A su punto de origen vuelven los ríos,
para de allí volver a fluir.
Todas las cosas hastían
más de lo que es posible expresar.
Ni se sacian los ojos de ver,
ni se hartan los oídos de oír.
Lo que ya ha acontecido
volverá a acontecer;
lo que ya se ha hecho
se volverá a hacer
¡y no hay nada nuevo bajo el sol!
Hay quien llega a decir:
«¡Mira que esto sí es una novedad!»
Pero eso ya existía desde siempre,
entre aquellos que nos precedieron.
Nadie se acuerda de los hombres[b] primeros,
como nadie se acordará de los últimos.
¡No habrá memoria de ellos
entre los que habrán de sucedernos!
Este pasaje se parece mucho a algo que Jesús dijo en Juan 3:
Había entre los fariseos un dirigente de los judíos llamado Nicodemo.
Éste fue de noche a visitar a Jesús.
—Rabí —le dijo—, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él.
—De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.
—¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?
—Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.
Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te sorprendas de que te haya dicho: "Tienen que nacer de nuevo."
El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu.
Nicodemo replicó:
—¿Cómo es posible que esto suceda?
—Tú eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas cosas? —respondió Jesús—.
Te digo con seguridad y verdad que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿entonces cómo van a creer si les hablo de las celestiales?
- Musica: Fernando Ortega, CD Storm.
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